Rosa


Isabel
Hola, Rosa, soy Isa. Estoy enfadada contigo por haberte ido así, sin más, y después de unos meses tan malos.
Me hubiera gustado mucho volver a verte feliz, pero no ha sido posible. Siento mucho tu marcha, estabas muy malita.
Cuando iba a tu cuarto siempre estabas leyendo, no te cansabas nunca de leer. Tenías una biblioteca llena de libros, algunos muy gordos, la biografía de Gandhi… O el CD del Quijote, que lo escuchabas con los cascos en la sala de ordenadores.
Yo leo, pero no como tú, me canso de leer y enseguida me lloran los ojos. Como ahora, que lloro por ti.
Me he quedado muy triste, he sentido mucho tu fallecimiento.
Me acuerdo que cuando estabas malita, abrías los ojos, y algunas veces decías: ¡Ay, madre mía! Te preguntaba: Rosa ¿que te pasa? Y tú volvías a cerrar los ojos y no querías hablar, como si no quisieras saber nada ya de este mundo.
También recuerdo que antes de estar enferma hablabas con todos, te reías y eras muy graciosa, hará de esto ya más de un año.
Cuando murió tu madre tenías obsesión por ella y siempre la estabas recordando. Y así, poco a poco, fuiste enfermando.
Rosa, por una parte me alegro de que te hayas ido, para que así tengas todo el tiempo del mundo para leer allí arriba en el cielo, pero por otra lo siento mucho, por no poder volver a verte.
¡Un beso! ¡Te quiero!

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