Furiosa

 
Peva
Yo en esta puta casa he escarmentado, pero de qué manera.
No te puedes fiar del que se mueve a tu espalda, lo mismo da quien sea, pues lo más seguro es que te clave con un cuchillo a cualquier pared del centro. Y ni reparamos en el mal efecto: las paredes llenas de sangre y la gente colgada como de pinchos pasillo adelante y medio moribunda hace un efecto deplorable.
Imaginaos que viene una visita para ver a cualquier familiar, o talmente una periodista. Lo más normal es que salgan despavoridos y no vuelvan en una década. Esas personas quedan tocadas para toda su vida, y totalmente escarmentadas.
Porque esto es lo que pasa aquí, que o escarmientas o te las dan todas en el mismo carrillo. Da lo mismo que no te metas con nadie, da lo mismo que pases de todos como de comer mierda: aquí todo el mundo te conoce –como yo les conozco a ellos– y lo primero que aprenden es a buscar tu lado más débil para joderte.
Y también muchas de las personas que trabajan aquí están muy amargadas con la vida que les ha tocado vivir, pues se van haciendo mayores y se encuentran, al volver a casa, con unos maridos que en su día han querido con toda su alma, pero que ahora están calvos y feos. Y qué le vamos a hacer, es lo que pasa en las mejores familias, pero es duro. En estas circunstancias cuesta mucho pensar en positivo, pensar por ejemplo que tienes un trabajo cómodo, una verdadera lotería en estos días de tantísimo paro.
En fin, que esta vida que llevamos es para estar en un estado de furia permanente. Desde que te levantas, alguien se encargará de meterte el dedo por el ojo izquierdo con el único propósito de joderte el día y que termines en un estado catatónico. Como para pensar en disfrutar. No hay manera, siempre viene alguien a jodértelo.
Y eso que yo voy a mi bola. Pero no hay manera de pasar desapercibido. No paran hasta que te enfureces, y cuanto más, mejor. Además, como todos te conocen bien, saben como conseguirlo. “Ah, lo siento, no lo sabía”, esta es la disculpa después del desastre. Ya les vale.
Por eso que yo voy a todas partes por libre. Es más, cada vez que quedo con cierta gente, los más fiables, lo paso hasta mal. Para mí que me estoy volviendo autista. Ya no aguanto a nadie. Como los autistas, mi mundo es otro, ya no soy de este mundo y me manejo con otras capacidades completamente diferentes a las habituales. Y como los autistas, no me hace ninguna gracia que me lo digan otros y que me den coña con ello.
Pues para evitarlo y no estar furiosa todo el día, lo mejor, huir, como sea.

No hay comentarios: