Muchas historias en una historia

 
Laura
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Allá vamos: Cerca de Corcubión estuve viviendo cuando era joven, sencillamente porque quise cambiar de aires y salir de la monotonía del centro de Madrid. Así me metí en el verde de Galicia y fracasé totalmente porque aquel ambiente era demasiado húmedo y el hombre que había elegido de compañero, un desastre.
Se me ha olvidado totalmente el nombre de mi compañero. Sí recuerdo que era el médico del pueblo y yo estaba enamorada, si no yo no hubiera hecho esa locura. Contaré una de tantas peripecias que me sucedieron.
Tuvimos que visitar a una mujer enferma que vivía unos kilómetros más al norte. El coche del médico era normalito, de tamaño medio y color gris, como eran allí las nubes y los días. Se nos paró sin saber el porqué.
A un galleguiño que venía montado en su burro, mi compañero le pidió ayuda, y le dijo que tenía que atender a una señora que estaba enferma, de nombre Felisa. El galleguiño nos dijo que la conocía y que le siguiéramos andando pues vivía a poco más de un kilómetro. Pero se dio cuenta que yo no tenía la ropa apropiada para caminar fuera del coche y me ofreció su capota y se empeñó en montarme en su burro. Jamás había montado yo en burro, pero resultó apasionante, no sé donde me agarraba para sujetarme, sobre todo al principio, que luego logré estabilizarme.
Han pasado muchos años y apenas me acuerdo de mi compañero el médico, ni del galleguiño, sólo que era muy amable. Pero sí me acuerdo del burro y lo dura que estaba la albarda.
Ahora caigo: mi compañero el médico se llamaba Jacobo.

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