Dos amigas

Rosa
Juani y Amalia habían nacido para ser amigas. Pero se fueron a conocer muy tarde, cuando las dos ya trabajaban en Sistemas(Informáticos). Las dos pasaban de los treinta años por entonces, las dos eran programadoras, Juani venía de Telecomunicaciones y Amalia se había titulado en la Escuela de Informática. Juani, la de Teleco, ya estaba divorciada, pero Amalia, la informática, todavía discutía con su marido sobre una relación que no iba nada bien. La de Teleco había demostrado ser una superviviente, era muy competitiva y muy, muy competente. Pronto sus jefes de Sistemas(Informáticos) se fijaron en ella y Juani fue ascendiendo como la espuma. Pero lo que ella conseguía, otro ascenso, un trabajo más gratificante, mejor sueldo, muy pronto lo conseguía también su amiga Amalia. Juani se encargaba de ello, amén de que la amiga era también muy competente. Cuando Amalia, por fin, decidió divorciarse, que tuvo que comprarle el piso a su marido, la mitad, y estaba sin un duro, por esos días a Juani le propusieron el ascenso de su vida: Jefa de Proyectos. Por encima de ella ya sólo estarían los dos jefazos, Presidente y Director General, ya no habría sitio para Amalia a su lado. Y el sueldo, una pasta. Fue cuando, en la reunión con los jefazos para decidir sobre el ascenso, Juani ponderó tanto la madurez, la preparación y la capacidad de trabajo en equipo de la informática Amalia que los dos, sin dudarlo, aceptaron su propuesta de nombrar a Amalia para el puesto.
–¿Por qué lo has hecho? –preguntó su amiga sorprendida, a Juani– Era la oportunidad de tu vida.
–Sí –contestó la amiga–, pero yo ya tenía pagada la hipoteca.
Y Amalia fue nombrada Jefa de Proyectos y las dos continúan siendo inseparables y sus hijas crecen también juntas y amigas, aunque las niñas se arañan a veces, no mucho, sólo cuando sienten celos.

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